En esta ocasión me voy a referir al patrimonio natural de Cancún, del cual creo que no se habla mucho. Vivimos en una ciudad privilegiada, con espectaculares atractivos naturales que son fuente de gran atractivo para propios y extraños; a los increíbles tonos del mar Caribe y la blancura de las playas, hay que añadir la exuberante vegetación selvática dentro del espacio urbano.
Quizás en nuestro día a día, pueda pasar inadvertida la diversidad de árboles con los que convivimos, algunos ligados a tradiciones ancestrales o hechos históricos, lo que los convierte también en patrimonio cultural y símbolos de nuestro Estado. Tal es el caso del Yax Ché (que significa “árbol verde”), mejor conocido como ceiba, el árbol sagrado de los Mayas considerado el axis mundi dentro de su cosmovisión.
Otro gran ejemplo es el árbol de zapote (náhuatl tzapotl), del cual se extrae la savia para elaborar la goma del chicle, una de las actividades económicas más importantes a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, a través de una red de campamentos chicleros que operaron en los ejidos de lo que hoy es Quintana Roo, y que en muchos casos su explotación fue más redituable que la agricultura.
En el área de nuestra ciudad, existieron campamentos chicleros que para finales de los años sesenta estaban en franca decadencia. De uno de estos campamentos salieron los primeros 80 trabajadores contratados por Fonatur para iniciar la apertura de brechas del Proyecto Cancún en 1970. Si nos fijamos en los tallos de estos árboles en nuestro recorrido diario, podremos apreciar las marcas entrecruzadas a lo largo del tallo, hechas en su momento por los hombres que extrajeron la savia para elaborar el chicle.
El árbol de caoba también tiene un protagonismo histórico, muy ligado a la explotación de madera por los contrabandistas ingleses a lo largo del periodo colonial y del siglo XIX, quienes pusieron de moda la caoba para la elaboración de muebles en Europa. También recordemos que el mestizo rebelde José María Barrera, hacia 1850, grabó en un árbol de caoba tres crucecitas de apenas unos 8 cm, un pequeño formato de profundo significado entre la comunidad maya que serviría como detonante del santuario de la naciente religión de la santa cruz parlante que alentó la lucha de la Guerra de Castas y originó la fundación de la capital teocrática de los cruzo´ob (mayas rebeldes cruzados), casualmente un 20 de abril de 1850 y al que se denominó Noj Caj Santa Cruz Balam Kampocolché, conocida como Chan Santa Cruz (hoy Carrillo Puerto).
Y qué decir de muchas otras especies endémicas que decoran los parques, camellones y jardines de Cancún, por ejemplo, el maculis y el huayacán que se atiborran de flores rosas y amarillas cada primavera, como queriendo celebrar junto con nosotros la fundación de Cancún cada 20 de abril. Tzalam, cedro, entre muchos árboles selváticos, le dan un carácter único a nuestra ciudad.
Los árboles son mensajeros del tiempo, portadores de la historia regional; verdaderos monumentos naturales, testigos históricos, patrimonio natural y cultural al mismo tiempo que forman parte de la identidad de nuestra ciudad y de Quintana Roo.
Los invito a conocer más de nuestro patrimonio natural vinculado a nuestra historia y a sembrar árboles de especies endémicas en el espacio público.
De las imágenes que comparto, dime si reconoces dónde se encuentran los árboles.